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República Dominicana: de vuelta a las raíces del Edén

Posted by dioqAdmin on 7 septiembre 2022
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En la península de Samaná, los dominicanos acuden en masa a Las Terrenas para encontrar la versión original de su isla. Playas salvajes, lagunas y manglares forman un telón de fondo de colinas inundadas de cascadas.

Para los amerindios, la República Dominicana era entonces Quisqueya, «la madre de todas las tierras». Con el tiempo, se han desarrollado nuevas especies, incluidas más de 300 especies de aves y 300 de orquídeas. En esta naturaleza, compuesta de selva subtropical y bosque seco, los taínos viven del maíz y la mandioca. Moldean la tierra, tejen algodón y, en menor medida, cazan y pescan. Cuando llegan los ciclones, se refugian en enormes cuevas.

En la bahía de Samaná, el Parque Nacional de Los Haitises esconde 135 cuevas, 3 de las cuales son accesibles a los visitantes. En el exterior, se pueden ver los mogotes y los 49 islotes cubiertos de cactus y manglares de colores. En los días de niebla, estas rocas en el mar recuerdan a la bahía de Along, en Vietnam.

A pocas millas náuticas, la península de Samaná alberga un santuario de mamíferos marinos desde 1986. De mediados de enero a mediados de marzo, turistas de todo el mundo acuden aquí para observar las ballenas jorobadas. Vienen aquí para aparearse y dar a luz antes de proseguir su viaje hacia las frías aguas del Atlántico Norte.

Desde Las Galeras puede tomar un barco hasta Frontón, una de las playas más bellas del mundo.

Cristóbal Colón desembarcó el 6 de diciembre de 1492 y fundó la primera colonia en el Nuevo Mundo, a la que llamó La Hispañola. En 1945, el gobierno dominicano colonizó la isla de Saona, su mayor posesión en el mar Caribe.

Los barcos surcan el puerto, las parejas bailan al son del merengue y la bachata, los vendedores ofrecen la muñeca Limé sin rostro, símbolo de la mezcla de historias, comunidades, culturas y colores.

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